Los Caballos en la España de Finales del Siglo XIX

© 2018 Luis Miguel Urrechu

BOLETÍN DE VETERINARIA.

CATEDRÁTICOS DEL COLEGIO, Don Nicolás Casas y don Guillermo Sampedro (1.846)

«Los caballos de España, que en otro tiempo fueron los más apreciados en toda la Europa por su extremada gallardía, por su ligereza, gracia y firmeza en sus movimientos han llegado a un estado de decadencia tal, que apenas se ven algunos vestigios que demuestran lo que fueron las razas antiguas de quien descienden; tal es el estado de abandono a que ha llegado la cría caballar. Y a pesar de que el gobierno parece hacer algunos esfuerzos para mejorarla, creemos que nada conseguirá según los primeros pasos con que inaugura la perfección de este ramo de riqueza. A pesar de todo, podemos colocarlos en la escala después de los berberiscos.

En sus formas exteriores se observa que tienen el cuello largo y grueso y con muchas crines; la cabeza bastante abultada y carnosa, y es en lo que más se distingue la degeneración de las razas antiguas, donde por la pintura y escultura vemos que las cabezas eran pequeñas y descarnadas; las orejas largas pero bien situadas; los ojos fogosos; el continente era noble y fiero; las espaldas llenas; el pecho ancho; los lomos un poco bajos; los costillares redondos y el vientre abultado por lo general; la grupa redonda y por lo común ancha; las piernas hermosas y con el pelo liso y lustroso; el tendón de la caña bastante aparente; la cuartilla generalmente larga, como los caballos berberiscos; los cascos lisos, lustrosos y bastante flexibles.

Los caballos que se conservan en España de buena raza -en este siglo XIX- son anchos y bien formados, aunque de poca alzada; sus movimientos libres y con mucha desenvoltura y orgullosos y se miran a su sombra envaneciéndose de su belleza. El pelo más común es el castaño y el negro, aunque los hay de todos colores, y en esta parte, es tal la preocupación de los aficionados que cada uno da la preferencia a tal o tal pelo creyéndolos de mejores cualidades que los demás; pero puedo asegurar que hay caballos de mucho mérito con cualquier color que tenga el pelo. La diferencia en el color de la piel de un caballo no parece que tenga ninguna relación con su buena o mala índole ni con la propensión a adquirir malos resabios, porque en todos los pelos los vemos nobles y con malas intenciones, lo que puede servir de desengaño a los preocupados.

Los caballos criados en la Andalucía alta (Siglo XIX) pasan por los mejores de todos, aunque generalmente tienen la cabeza demasiado larga; pero puede disimularse este defecto a favor de sus buenas cualidades, tales como el valor, docilidad, gracia y firmeza en sus movimientos, por lo que se prefieren a todos los demás caballos del mundo para la guerra y para lucir en los circos y en los picaderos.

Las Andalucías son las provincias que han producido mejores caballos en España, por su clima y por sus buenos y nutritivos alimentos, siendo además el país donde hay más inteligencia para la cría caballar y donde se hace con más esmero; pero debemos advertir que no todos los caballos andaluces reúnen las mismas cualidades ni son igualmente útiles para todos los servicios.

Todos los inteligentes convienen en que los caballos criados en el reino de Jaén son los mejores para remontar el ejército; pero puede asegurarse (aunque con sentimiento) que la cría caballar ha dado fin en este reino y sólo se conservan algunos restos.

Los caballos cordobeses son finos e irritables, y es donde todavía se conservan con alguna abundancia, efecto de sus muchas dehesas, pastos y hermoso clima, por lo que se los prefiere a los demás para el uso del picadero y para el recreo de las personas que tienen gusto en educarlos y servirse de ellos en los paseos públicos de las capitales.

Los de Sevilla (Siglo XIX) son de gallarda estampa, particularmente los que se crían en Jerez de la Frontera; pero en lo general, estos caballos son algo flojos y sus cascos desparramados y estoposos, por lo que se deshierran con facilidad; siendo (a pesar de su mayor alzada) menos preferibles para los militares que los anteriores.

Los caballos criados en el reino de Granada son por lo común de poca alzada, pero fuertes y sufridos en el trabajo, advirtiendo que los que se crían en la vega son de poco mérito y escaso valor.

También se encuentran en Extremadura (Siglo XIX) algunos caballos buenos procedentes de las antiguas castas reformadas por los cuidados de algunos señores aficionados a mejorarlas; pero los caballos extremeños, aunque fuertes y sufridos, escasean mucho en el día, y lo mismo sucede en las provincia de la Mancha, donde sólo se van algunos restos y donde se ha destruido la cría caballar por destinar las mejores yeguas al uso de garañón. Somos sin embargo de la opinión que pueden criarse buenos caballos en otras provincias de España, como veremos por los resultados que vayan dando algunas yeguadas establecidas de poco tiempo a esta parte».

Fuente: https://cosasdecaballos.com/caballos-en-la-espana-del-siglo-xix/