La Alzada del Caballo de Pura Raza Chilena

Por Aturo Montory G.

Quebrado

La alzada es un tema siempre en boga porque a algunos aficionados les gustan los caballos chicos y otros más grandes, pero la Raza debe ceñirse al Standard, cuyas, medidas esta mencionadas más abajo.

Los caballos participantes en Nacional de Rodeo están medidos y su alzada entra en el rango medio exigido (1,42 mt. en machos y 1,40 mt. en hembras), el tema es ¿cuantos caballos están cerca de lo más alto del rango de 1.48 mt. y cuantos están bajo del 1.38 mt. en machos que es el mínimo?

En relación a las exposiciones, todos los ejemplares mayores deben ceñirse a la alzada del Standard.

Para establecer una referencia en el tiempo exponemos foto del Jefe de Raza Aculeo Quebrado que media 1.39 mt. de alzada y fue vendido por su criadero por preferir a sus hermanos paternos Aculeo Huilque y Aculeo Beduino que median 1.46 mt. a 1.47 mt. de alzada y fueron premiados en exposiciones de la época.

Después esta la foto de Curiche Rigor que medía 1.46 mt. que fuera gran reproductor y vaquero, además del listado de exposición de la época en que aparece medida oficial del Curiche Rigor.

Referencias históricas.

– “Sello o Standard de la Raza, Anuario 1976, página 9, Eduardo Porte Fernández.

Talla:

Machos, ideal 1.44 mt. con fluctuaciones máximas entre 1.38 mt y 1,50 mt. aconsejándose no sobrepasar el límite de 1.48 mt.

Hembras 2 centímetro menos.

La amplitud de su perímetro torácico fluctúa desde 1,62 mt. a 1.82 mt.

Hembras, 2 centímetros más”.

-En 2002, una Comisión detalla en Standard, publicado Anuario 2002, articulo Fundamentación Técnica del Estándar y entrega las medidas abajo mencionadas.

-En 2011, publicación La Alzada en el Caballo de Raza Chilena, Eduardo Porte Fernández, interesantísimo estudio.

Dice: “Si se recuerda el origen étnico del Caballo Chileno (U. Prado 1914), nos damos cuenta de que la talla del caballo español oscilaba entre 1.30 mt. a 1.46.mt. y que esta última medida correspondía a, los escasos siete cuartas del tipo de caballo así denominado.  Indica además que entre los caballos de nuestros antepasados los siete cuartas eran excepcionales, y lo generalmente existentes, fueron las tallas inferiores a 1.47 mt.

Ello puede concluir que la talla zoológica característica del Caballo Chileno, debe ser comprendida entre 1.40 mt. y 1.47 mt.”

“Entre 1810 y 1845, el caballo forma una población que se distingue de sus congéneres, con cualidades propios dada su adaptación al medio, siendo el inicio del caballo de Pura Sangre Chilena”.

“El verdadero y directo efecto responsable sobre los valores relativos al comportamiento de la alzada en el caballo de raza chilena, está directamente relacionada000 a “factores medioambientales”, como: nutrición, medio ambiente, manejo”

“En otras palabras, la idea central es mantener las medidas zootécnicas oficialmente acordadas e incorporadas en la descripción del Standard Oficial con las mejoras correspondientes. Ello complementado con la existencia de la Maqueta del macho, reproducido inicialmente con la imagen del potro Azahar, y de la Maqueta de la hembra que se confecciono durante el último estudio” (2002).

MEDIDAS

ALZADA

Machos:       Alzada ideal:  1.42 mt.     Rango:  1.38 mt. a 1.48 mt.

Hembras:     Alzada ideal:  1.40 mt.     Rango:   1.36 mt. a 1.46 mt.

CAÑA

Machos:       Caña..0.20 cm.       Rango: 0.18 cm. a 0.21 cm.

CINCHA

Machos         Cincha           Rango:   1.62 mt. a 1.84 mt..

Con fluctuaciones entre hembras y machos.

El Caballo Chileno y su Registro Genealógico

Capítulo V

Extracto de artículo escrito en 1936, don Miguel Letelier Espínola, propietario de Aculeo: 
    

Miguel Letelier en el Curanto (padre de Coirón 3).         


“El tipo de caballo traído por los conquistadores cumplía perfectamente con todos los requisitos que exigían las duras condiciones de vida y de trabajo de los larguísimos viajes y azarosas campañas que debía continuamente soportar; así lo aseguran los cronistas de la época y lo comprueban los hechos y resultados de esas mismas empresas.

Las crianzas caballares fueron abundantes en América desde los primeros años de la ocupación y la conquista; en lo que ha Chile se refiere, sin duda que sea del caso establecer si el mayor número de caballos viniera del Perú o de Charcas, pues su origen racial seria el mismo, antes de finalizar el siglo XVI, la población caballar era ya numerosa; el primer criadero de caballos establecido en Chile perteneció al que fue obispo de Santiago, don Rodrigo González de Marmolejo, en tiempo del gobierno de don Pedro de Valdivia.

Pasado los azares de los primeros años de la conquista, cimentado en el centro del reino de Chile, la tranquilidad y el orden, alejados a regiones más australes los campos de acción de la guerra con los araucanos, la agricultura y la ganadería se cimentaron definitivamente.

El clima, las condiciones de vida, la configuración accidentada de los valles de Chile, las posibilidades de aclimatación, actuaron sobre la crianza caballar de en modo muy diferente que, en las demás regiones del continente sud americano, no fue abandonado a vagar por las extensiones de la pampa, sin el cuidado y la vigilancia del hombre como en la planicie argentina, ni a sufrir la dureza del clima tropical o del altiplano.

Los pequeños valles de Chile influyeron para que la crianza de caballos realizara bajo una vigilancia más inmediata del hacendado, cuyas aficiones y necesidades le hacían más estimados e indispensables los servicios de buenos y dóciles caballos.

En verdad, el antiguo hacendado chileno fue siempre un aficionado entusiasta a los deportes ecuestres, que comprometían su amor propio y además le proporcionaban, con agrado, los medios de recorrer las accidentadas cordilleras, vigilar sus crianzas de ganado vacuno, y realizar los viajes indispensables a sus necesidades sociales y comerciales.

El esmero en el cuidado de la crianza caballar, el mejoramiento y selección de sus reproductores, la vigilancia y empeño en su adiestramiento, su adecuada alimentación, en resumen, su mejoramiento en todo sentido, fue la primera consecuencia de aquel género de vida y actividades. La tranquilidad de esa misma vida en la época colonial, raras veces perturbada por circunstancias ajenas a ella, inducía a que esas aficiones fueran solicitas y duraderas.

El régimen político y económico impuesto por España a sus colonias de ultramar, de aislamiento absoluto a todo comercio que no fuera el de la metrópoli, alejó en forma definitiva, también en los problemas pecuarios, la posibilidad de que razas diferentes vinieran a introducir otro elemento heterogéneo en la reproducción caballar.

De esta manera la descendencia de las caballadas andaluza y castellana, sin mezcla de razas extrañas, se adaptó a un nuevo medio, alteró ligeramente sus caracteres secundarios y refundió sus variedades originarias en una nueva “variedad” del caballo chileno, cuyas características describe muy precisamente el Standard que se hizo.

El terreno seco, arisco y pedregoso de las serranías de Chile endureció sus cascos y los “encastilló” ligeramente; la marcha prolongada por los cerros accidentados, aun en condiciones de libertad y desde los primeros meses de vida, fortaleció su musculatura adaptándola a un trabajo lento pero prolongado, aun cuando poco apropiado para obtener gran velocidad en la carrera, propendió a fortalecer el cuarto posterior y a sumir, ligeramente, la cruz entre una masa muscular un tanto pesada del tren anterior.

El trabajo a que de continuo se le sometía, constituyó para el caballo chileno una gimnasia funcional rigurosa y permanente; las antiguas “trillas a yegua” con sus prolongados galopes sobre los espesos hacinamiento de gavillas por cosechar, a que se sometía a las manadas de yeguas de estas crianzas durante varios meses de verano; la destreza, docilidad, tino y firmeza que se requería de las cabalgaduras en las faenas de enlazar animales bravíos en las faldas escarpadas de las montañas por entre los árboles, peñascos y arbustos o en los llanos; la agilidad e inteligencia requeridos en los movimientos rápidos y enérgicos que exige la “aparta” de ganado y “corridas” en los rodeos;   las prolongadas marchas, donde los aires acompasados y suaves son indispensables en los viajes por la carretera o por el llano, y seguridad y firmeza y resistencia en los abruptos senderos cordillerano; todo esto proporcionaba al hacendado y al criador el medio más seguro para estimar y seleccionar las aptitudes de los más valiosos potros y yeguas destinadas a la reproducción.

En tal estado de aprecio y cuidado se encontraba el caballo chileno a principios del siglo XIX, en los campos donde el hacendado aficionado y experto, dirigía su reproducción y adiestramiento.

Eran numerosa las crianzas de caballos en la zona comprendida desde el valle del Choapa hasta Bio Bio; pero sin duda en la zona de Aconcagua, Santiago y Colchagua era donde existían las mejores y han constituido los troncos de familia que son la tradición genealógica, desde poco después, se conservan hasta hoy día.

Estimulados por la afición a los caballos y a sus deportes, guiados por la experiencia personal y tradicional y con cierta intuición de los métodos y principios zootécnicos, el criador chileno logró fijar y perpetuar en sus caballos cualidades y conformaciones meritorias que existían, sin duda, en las variedades progenitoras andaluza y castellana. Los tipos bien definidos u homogéneos existentes a mediados del siglo XIX, de los caballos “cuevanos” de Doñihue, Quilamuta, de El Principal de Catemu “Choapinos” y otros, demuestran una selección consiente y continuada, influenciados naturalmente por a las condiciones del medio y por aires de familia, reproducidas en consanguinidad que los acentuaba más y más.

Las mejores crianzas de caballos chilenos, se conservaron libres de todo mestizaje de que pudieran contaminar los reproductores de variedades y razas diferentes que empezaban a venir al país, en escasísimo número, a mediados del pasado siglo; los primeros caballos de carrera llegaron a Chile, venidos de Australia hacia 1845 y las primeras variedades de coche hacia 1860.

La tradición debidamente controlada, permite asegurar que la casta caballar chilena, no fue contaminada en los criaderos fundamentales, por cruzamientos de razas o variedades heterogéneas, sino en época muy posterior, cuando ya se tenía un conocimiento preciso de las genealogías caballares que han ingresado a este registro de la Saciedad nacional de Agricultura.

Como en tantas otras ramas de la actividad Agropecuaria, correspondió a la Sociedad Nacional de Agricultura estimular y facilitar la iniciativa de los criadores y aficionados al caballo chileno, en el sentido de establecer su registro genealógico.

Este se abrió en 1893 recogiendo los nombres de potros y yeguas de ascendencia insospechable, es decir, provenientes de las antiguas crianzas establecidas en el país de que ya hemos hablado en los párrafos anteriores.

El Nº 1 del registro lo ocupa el potro Bronce de propiedad de don Diego Vial Guzmán, nacido en Aculeo en 1882 aprox., en propiedad de don José Letelier Sierra y proveniente de una antigua casta caballar que éste y su hermano don Wenceslao Letelier, conservaron y mejoraron desde muchos años antes en Vichiculén (provincia de Aconcagua) y en Aculeo (provincia de Santiago).

José Letelier Espínola-Antonio Serení-Miguel Letelier Espínola en Aculeo.

La ascendencia de Bronce antes de ingresar al registro era conocida nominativamente hasta la tercera generación anterior (Codicia y Naranjo).

Los nombres recogidos en el registro correspondían a potros y yeguas de ascendencia conocida y reputada con seguridad, como exenta de toda mezcla con sangre extrañas.

En las primeras páginas de este Registro se anota el nombre y reproductores de trece familias de caballos chilenos formadas en diferentes zonas del país y numerosas estirpes diversas, dentro esas mismas familias, cuyos orígenes debidamente conocidos y controlados, se remontan a una época anterior a 1850.

Estas familias formadas y mantenidas en zonas y predios determinados durante varias generaciones, reproducidas en consanguinidad, a veces muy cercana y estrecha, fijaban en sus descendientes, con notoria tenacidad, conformaciones y cualidades que las hacían más y más diferenciadas, aun cuando correspondieran las características propias de la variedad caballar chilena.

En algunas familias, de Aculeo y Cuevana, por ejemplo, podía notarse sin duda las características propias del caballo castellano, en otras la del Principal y Catemu, las de su remota ascendencia andaluza y berberisca, estas diferenciaciones se debían ya sea a la sangre más definida hacia algunas de estas variedades. De algún progenitor tronco, de familia, reforzada después en cruzamientos consanguíneos y que correspondían a cierta conformación, cualidades, color preferidos por el criador.

Hasta hoy día, en que las familias han sido ya bastante cruzadas entre sí, es fácil observar la permanencia de las características de una u otra.

En 1920, el número de inscripciones alcanzaba a 2.244 y en 1936 a 6550.

Un trabajo aún más importante que la reorganización e incremento del registro, fue realizado al mismo tiempo por los criadores, la de recoger los valiosos reproductores, potros y yeguas, que existían dispersos y no debidamente apreciados en numerosos puntos del país, y que, por liquidación de sucesiones, ventas o cambios de giro de las explotaciones agrícolas y ganaderas, iban a ser dispersados y condenados a desaparecer.

De esta suerte fue recogido por Aculeo el potro Angamos I, el reproductor de mayor influencia hoy día en la crianza caballar chilena, las mejores yeguas del Principal, las mejores descendencias de Guante I y el potro Petizo de la familia cardonalina; por el criadero Las Pataguas de don Tobías Labbé fue recogido el Gacho, de la estirpe cardonalina y preciadas yeguas de otro origen y otros muchos.

Juan José Letelier Valdés y su hijo, con la estatua del Standard de la Raza Chilena,
pieza original que perteneció a su abuelo Miguel.

Se estimuló la inscripción de cuanto es digno de ser conservado, ampliando la conservación y progreso de esta variedad caballar.

Durante los últimos veinte años se han venido efectuando continuos cruzamientos entre las diversas familias originarias del registro y anterior a él; un criterio más consiente e ilustrado, un objetivo mejor definido ha guiado a los criadores en general, en la ejecución de estos cruzamientos; está sintetizando aquel, es un tipo “Standard de la raza”, cuya representación objetiva es la escultura de un potro chileno “Standard”.

Tal es en resumen el origen de este registro, su formación y su desarrollo; él sintetiza una labor larga y paciente y además un trabajo original en Chile, como es organizar la existencia de una variedad caballar, con elementos propios del país y orientada a una finalidad útil y necesaria. Es también la primera ejecutada en Sudamérica, repetida años después en la Argentina y en el Perú, para el caballo criollo argentino y el caballo peruano”.

Los Tilos Barranco, su desconocida y exitosa genética en Brasil

Los Tilos Barranco

En la época que vivió e hizo su campaña el bayo blanco Los Tilos Barranco era ídolo en las medialunas de la zona central, sea, Talca, Chillan, Los Ángeles, Arauco.

Su sola presencia en un rodeo era sinónimo de espectáculo, potro delgado, angosto y liviano, de 370 kilos en competencia y de 1.39 mt. de alzada, pero de un sello racial inconfundible y muy bueno para las vacas, le gustaba correr y atajar novillos que pesaban hasta 100 kilos más que él y llevado por “Don Chanca” a máxima velocidad en la cancha, el público gozaba y aplaudía de pie cada una de sus actuaciones. Por diversos motivos su campaña fue relativamente corta. Fue 1° en ranking de potros en los años de 1968 y 1969.

La sangre del Barranco está muy presente en la actualida de preferencia con el exitoso criadero Peleco, a través de la sangre de la tordilla Paicaví A Oír Cantar su hija, que es madre de Paicaví Punteo y Paicaví Sorocha que dio al reconocido Paicaví Requinto, Paicaví

 Carmel Rosa, Peleco Guitarra, Paicaví Relgue. El Barranco estuvo en criadero Las Hortensias donde dejo valiosas hembras y ya cuando del potro tenía cerca de los 20 años el veterinario don Antonio Ayuy lo llevo a San Fernando, donde dio en criadero “Talcarehue” a

 Barranquito, en criadero “Don Vela” a Chabela, y en criadero “Aculeo” al Naipe, sobre el cual nos queremos explayar en su descendencia.

Aculeo S.A. de esa época era de propiedad de Alberto Araya G. y German Claro Lira, los cuales compraron a la familia Letelier el criadero con sus caballos y además la legendaria Marca y de esa época es el Aculeo Naipe que era hijo de Los Tilos Barranco en Fusta por la Invernada Aniversario y Aculeo Vivienda por Aculeo Estuco 2 que es abuelo paterno de Tren Tren Arrebol padre de La Invernada Hornero. Aquí está presente la crianza de don Miguel Letelier E. y el Aculeo S.A. de A. Araya G. y G. Claro L.

[Continuará]

La hazaña del potro negro Peleco Caballero

Por Arturo Montory G.

Peleco Caballero

Este premio Sello de Raza se inicia en el año 1969, con el fin de destacar al ejemplar de caballos de Pura Raza Chilena más “acampao”, que lo distinga

nítidamente como fiel representante racial al cual se agrega “plena funcionalidad”, porque se selecciona y otorga de entre los ejemplares que compiten en la Serie de Campeones de los rodeos de cada temporada, que incluyen sus Clasificatorios y Final Nacional.

El gran mérito de este premio es reunir “belleza racial y calidad vaquera”, que incluye gran selección genética, “arreglo” esmerado e inevitablemente un tremendo rendimiento funcional.

Peleco Caballero

A través del tiempo han obtenido ese apreciado premio algunos trascendentes ejemplares, como: La Capilla Rival, Reservado, Meli, Rio Negro, Rotoso, Pelotera, Gustosa, Cachita, Salamera, Ricachona, Que Chica, El Taita, Estandarte, Cureña, Chacolí, Estirpe, Acampao, Barricada, Negra Linda, Fiestera, Fantástico, Changa, Romario, los cuales siempre se deben tener presente por la excelsa calidad demostrada.

Desde la instauración del premio ninguno lo ha ganado tantas veces como lo ha hecho el Peleco Caballero, y es como sigue:

Peleco Caballero

Ganador del premio Sello de Raza:

-Nacional de Rodeo N° 69 efectuado en abril 2017;

-Nacional de Rodeo N° 70 efectuado en abril 2018;

-Nacional de Rodeo N° 71 efectuado en abril 2019

-Nacional de Rodeo N° 72 efectuado en octubre del 2021.

Sus medidas son:

1.45 mt. de alzada, 1.76 mt. de cincha, 0.19 cm. de caña

Inscripción Stud Book de Chile

N° 194301, nacido en 22 -11- 2006.

Hijo de Licahue 2 Contulmo en Minga.

Campaña:

Puesta en Valor el “Registro Cerrado” del Caballo de Raza Chilena.

Por Arturo Montory G.

Creo de vital importancia en los difíciles tiempos que corren Poner en Valor el Registro Cerrado de la Raza Chilena, nacido en 1893, demostrar su valía y darle un trato de Relevancia Nacional.

Sería un bonito regalo al cumplir sus 130 años en 2023, estando en plena vigencia.

Fuera del mundo criador muy pocas personas deben conocer esta increíble situación de ser el tercer Registro más antiguo del mundo, toda una proeza, seguramente única del país y que enaltece a sus criadores a través de los siglos.

Un proyecto destinado a este propósito colocaría además al caballo de Raza Chilena en un primer plano nacional, y despertaría en muchas personas de ciudades la inquietud de conocerlo y disfrutarlo.

Quiero mencionar algunos párrafos del Reglamento de la Escuela Ecuestre Huasa y título de “maestro arreglador”, nacido de la Comisión Patrimonio y Cultura de Federación del Rodeo Chileno, y que ahora está inserto en el Reglamento del rodeo y que demuestra el valor y la cultura que encierra el caballo de Pura Raza Chilena y el mundo de tradiciones que lo rodea.

Tradición:

“Una valiosa tradición cultural campesina chilena, desarrollada por cuatro siglos, transmitida en forma principalmente oral, produjo como resultado la formación de una escuela ecuestre de arreglo y monta huasadel Caballo de Pura Raza Chilena. Es decir, una modalidad de crianza, amansa, doma, adiestramiento y conducción ecuestre, propia de nuestra Nación, adecuada a las múltiples funciones para las cuales el caballo fue, históricamente, empleado.

Selección:

“Esta Escuela Ecuestre Huasa singular, característica, discernible y en desarrollo hasta nuestros días, está indisolublemente unida al proceso de selección genética, morfológica y funcional del caballo del País, y ha influido decisivamente en la conformación racial del mismo, que lo distingue como el más antiguo y valioso de los caballos vaqueros de América”.

Adaptación al medio:

“Si la nueva y disímil  realidad territorial de Chile obligó a la especie a un proceso de adaptación impuesto por las exigencias de un  medio natural que hasta entonces desconocía;  si  las circunstancias históricas impusieron al  caballo una enorme variedad de ocupaciones en vastos y variados quehaceres cotidianos, venciendo adversas condiciones de fuerzas y distancias; si el desierto, los valles, los ríos, la Cordillera de los Andes y de la Costa, la selva fría y los lomajes del Sur, los desiertos del Norte y las estepas de la Patagonia, obligaron a una evolución morfológica para el cumplimiento de sus distintos trabajos y la adecuación de sus andares por tierras diferentes, con nuevas alimentaciones y bajo diferentes climas; la sabiduría, el conocimiento, la información y la práctica, vivida y transmitida por muchas generaciones, se transformó en un conjunto de tradiciones y saberes ancestrales, cultivadas como valores,  que definieron los principales rasgos distintivos de una genuina escuela ecuestre chilena; en la que intervienen y se reconocen maestros y aprendices, reglas, conceptos, prácticas, usos y costumbres, objetivos, procesos, grados y fases sucesivas de educación;  para  caballos criados, amansados, domados, arreglados y conducidos en el trabajo silvoagropecuario, el uso bélico y policial, las diferentes destrezas y necesidades del trabajo campesino, la recreación y la competencia deportiva,  los que adquirido un sello característico, propio e identitario, como remonta de huasos y soldados”.   

Antiguos conocedores:

“Es opinión común y general de los cronistas, naturalistas, viajeros ilustrados y artistas de los siglos XVII, XVIII y XIX, la extraordinaria calidad de los caballos chilenos, que, a partir del siglo XVI, debieron responder, también, a los requerimientos de formación de una actitud, carácter, temperamento, fortaleza y rusticidad y que corriese a la par con la de su jinete. Todos anotan, describiendo el carácter chileno, que criollos, aborígenes y mestizos, se hicieron tempranamente eximios criadores y jinetes, poseedores de una psicología, carácter y temperamento aguerrido, rústico, valiente y especialmente bien dotados para los ejercicios de la equitación”.

Uso del caballo:

“Según si el caballo fuese ocupado en el tiro liviano,  en el transporte, en los arreos, en los viajes y patrullas de largas distancias, o como animal de carga y arrastre, o en las actividades ganaderas y agrícolas, o en el uso militar, o en los juegos, torneos o diversiones caballerescas o populares o,  sencillamente,  en el trabajo cotidiano que incluía la labranza de tierra, la limpieza de campos vírgenes, las trillas de cereales, o la rodeada y aparta de vacunos, la escuela ecuestre chilena ofrecía sus propios modos y métodos de doma y arreglo, mayores o menores, para dar satisfacción a cada funcionalidad. Sin hacer excepción, incluso, el hecho de que una enorme cantidad de caballos nacionales se emplearon a un mismo tiempo en múltiples funciones diversas, sirviendo en todas ellas con igual buen desempeño, aspecto que les hizo célebres”.

Raza:

“La evolución del conjunto de los elementos descritos; la influencia decisiva derivada de la interacción armónica entre el tipo de caballo ideal buscado, las funcionalidades o empleos diversos y el carácter y docilidad requerido para cada una de ellas; la velocidad y destreza física; la fuerza y los andares; la rápidas reacciones, evoluciones y movimientos; la sensibilidad y aptitud vaquera; y la selección morfológica y funcional, tanto en la guerra como en la paz, conformaron los pilares  de la Escuela Ecuestre Huasa  y su desarrollo hasta el día de hoy”. 

“Así llegó este saber propio de la cultura nacional hasta los presentes días manteniendo completa vigencia, realidad que se evidencia en nuestro caballo de Pura Raza Chilena, en el tipo humano del jinete huaso y los deportes vaqueros del movimiento a la rienda, el rodeo y las faenas, destrezas y recreaciones camperas”.

“Un número importante de textos ha reconocido y destacado la evolución del caballo chileno, el huaso, su cultura, y la forma y rasgos nacionales característicos del manejo, monta y conducción del caballo según la Escuela Ecuestre Huasa”.

El caballo corralero:

“Por evolución de las circunstancias históricas, el caballo que subsistió como el más representativo de la raza chilena, es el llamado corralero, vaquero, de vacas o corrales, el de movimiento a la rienda y el de trabajo de campo; y, a éstos se refiere principalmente el presente Reglamento, sin desmerecimiento de los demás tipos dentro de la raza con presencia actual, tales como el de enganche y cabalgata. En tal sentido la Escuela Ecuestre Huasa de hoy, está representada fundamentalmente por los cultores del arte del adiestramiento o arreglo del caballo al modo nacional y tradicional chileno, que integra la sabiduría de los Maestros antiguos, de los actuales y de los que vendrán”.

Patrimonio Natural:

“La Escuela Ecuestre Huasa, ha sido fundamental en la preservación de la evolución histórica y selección del caballo chileno, declarado oficialmente como Monumento del Patrimonio Natural y Cultural de Chile; y por ende constituye un aporte al bienestar animal, a la mantención de la calidad de la vida humana en los ámbitos del trabajo, la recreación y el deporte, especialmente en sus manifestaciones actuales, y constituye un valor cultural en sí misma.  Decreto Supremo Número 17, de los Ministerios de Relaciones Exteriores, Cultura y Agricultura, de fecha 29 de marzo del 2011”.  

Los Registros Genealógicos de la Raza

Capítulo VI

Año 1890

En el mes de noviembre de 1889, nace la inquietud de abrir un registro especial para reproductores caballares de “raza chilena” al interior de la Sociedad Nacional de Agricultura.

El directorio la sometió a discusión durante largo tiempo y el más entusiasta defensor fue don Raimundo Valdés, que quería un registro para apartar la raza del mestizaje.

Según él decía: “la raza ofrece excelentes cualidades, adaptables a todos los usos, en condiciones que la hacen acreedora a especiales recomendaciones, aconsejaba, hacer uso de todos los medios posibles para sostener su tipo y buscar su mejoría”.

El día 22 de Diciembre de 1890, en una sesión memorable de la S.N.A., fue aprobada “la proposición” de crear un registro, hecho que se agradece a la tenacidad de don Raimundo Valdés Cuevas.

Al principio costó bastante convencer a algunos importantes hacendados de la utilidad del registro, y había que crear los reglamentos internos y forma de operar para lo cual se solicitó cooperación al Club Hípico, institución ya con muchísima experiencia en el tema registros, la que prestó con gusto sus servicios en ayuda de la raza chilena.

Por fin el día 20 de Agosto de 1893 se publicó en el Boletín Oficial de la S.N.A. el primer reglamento destinado a abrir los registros genealógicos y lo más importante establecer el origen de los animales.

En un principio fueron aprobados por revisión ocular efectuada por una comisión especial, 15 potros y 300 yeguas.

Para continuar se comunicó mediante una carta a los criadores del país que desearan inscribir productos que hicieran llegar los antecedentes de ellos que conocían y merecían fe.

Comisiones revisoras.

Para ratificar se formaron dos comisiones que recorrieron todo el país revisando y aceptando los productos de claro sello racial y con los documentos exigidos.

Estas comisiones las formaron los criadores y expertos:

Diego Vial Guzmán, Miguel Letelier Espínola, Alberto Correa Montt, Ramón Ibáñez, Liborio Larrain, Vicente Correa.

Al principio hubo un registro llamado de “reproductores” y otro de “fomento de razas caballares”, pero en 1912 se fusionó y se revisaron nuevamente todos los animales del registro de fomento.

Hasta el año 1914 permaneció abierto y en esa fecha se acordó cerrarlo.

Pero en la práctica, previa revisión se siguió ingresando potros hasta 1930 y yeguas hasta 1934, en que se cerró definitivamente.

En el año 1930 al fallecer dos miembros de las comisiones revisoras los reemplazaron otros dos connotados criadores y expertos Miguel Cuevas “don Tato” y Tobías Labbé.

Para seguir avanzando en los registros se nombraron inspectores para revisar los criaderos, siendo el primero Manuel Cerda en el año 1938.

En el año 1945 en Ministerio de Agricultura reglamentó en el país el funcionamiento de los registros y creo un Consejo de los registros genealógicos, integrado por representantes del estado y de las instituciones que los manejaban.

En 1978 se modificó el decreto del año 1945 y se incorporó al Consejo superior a representantes de la Sociedad de Criadores y le otorgó facultades para dictar reglamentos para la raza.

Registro de Caballos Chilenos.

Índice Alfabético.

De Inscripciones de Caballos Chilenos desde en Nº 1 de padrillos no inscritos y cuya descendencia entró al registro de Chilenos clasificados por familias.

Diversas familias caballares que fueron base de la formación del registro.

Familia Quilamutana.

I. Choroy, potro tordillo, originario de “Quilamuta”, obsequiado esta hacienda a don Ramón Errázuriz. Se reprodujo en Idahue,                            Tagua-Tagua.

II. General Pililo I, potro bayo, tuza negra y remos anillados hacia 1870, comprado a “Quilamuta” por la hacienda Mariposas” de Talca.

III. Pichideguano I, denominado el viejo, potro aguilado de la hacienda “Quilamuta”, que se reprodujo en “Quilamuta”, “Pichidegua” y “El Huique”.

IV. Condorito, potro bayo curagua, adquirido en “Quilamuta” por el señor Lemus y vendido a don José Tomás Cerda.

V. Patagüillano, potro bayo, de origen quilamutano, de “La Patagüilla”, departamento de Santiago.

VI. Barquillo, potro bayo por Patagüillano Nº V, que fue propiedad del señor Valdés Huidobro.

VII. Huachalomo, potro colorado por Patagüillano Nº V, que fue de  de don Ignacio Solar.

VIII. Choroy III, potro tordillo, por Choroy II Nº 1521 S.B. Ch. madre por Azogue de don Francisco Echenique.

IX. Judío, potro bayo canela, originario de “Quilamuta”, nacido en y muerto en 1897, de propiedad de don Ricardo Lecaros y de don Juan Iñiguez. Se reprodujo en Popeta

X. El Colorado, popetano, potro colorado, por El Colorado de Alhué, y Laucha, de propiedad de don Juan N. Iñiguez.

Familia Cuevana.

Estirpe cuevana de El Caldeado.

XI. Caldeado, potro mulato tapado en la frente, tres patas tigres, nacido  antes de 1840, de don Pedro de las Cuevas, tronco de la familia cuevana de carrera.

XII. Bayo León, potro bayo leonado, renegrido y peseteado en las paletas y los muslos, patas tigres, por Caldeado Nº XI y Baya, de don Ignacio Fuenzalida, nacido en 1958 y muerto en 1891, de propiedad de don Pacífico Encinas (padre de don Francisco Antonio Encina).  Se reprodujo en El Olivar y en Loncomilla.

XIII. Coipo, potro bayo coipo, por Bayo León Nº XII y Cabezona, comprada la sucesión de don Pedro de las Cuevas. Nacido en 1878, de propiedad de don Pacífico Encinas y del general argentino don Rufino Ortega.  La sangre de El Caldeado entró en el registro con Azogue Nº 452 su hijo y algunas otras hijas de Coipo.

Estirpe cuevana de El Quebrado.

XIV. El Quebrado, potro colorado, comprado antes de 1860 a Don Pedro de las Cuevas por una sociedad formada por los señores Lastra y Álvarez de Talagante, para obtener caballos de carrera. (a la chilena). Se reprodujo en Talagante.

XV. El Chino Viejo, potro colorado, por El Quebrado Nº XIV y Rabicana de Trebulco, de propiedad de don Joaquín Rodríguez Rozas, nacido en Trebulco.

XVI, El Chino, potro colorado, por el Chino Viejo Nº XV y China I, comprada don Pedro de las Cuevas, nacido hacia el año 1869, de propiedad de don Joaquín Rodríguez Rozas. Se reprodujo en Talagante.

XVII, Alfil I, potro colorado guinda, por el Chino Nº XVI y Baya Larga, hija de El Burro de Viluco y de madre de Trebulco, nacido hacia 1873, de propiedad de don Joaquín Rodríguez Rozas. Se reprodujo como sus antepasados en Talagante.

XVIII. Angamos I, potro colorado obscuro, escudo y raya inclinada en la frente, mano izquierda y dos patas blancas por Alfil I Nº XVII y la China II, (propia hermana de El Chino) hija del Chino Viejo Nº XV y de China I, también comprada a don Pedro de las Cuevas. Nacido hacia 1878. Se reprodujo en el criadero Miraflores de don Alberto Correa y en Aculeo, donde murió en Enero de 1908.

Estirpe cuevana de Halcón

XIX. Halcón I, potro mulato peseteado, que fue propiedad de don Pedro de las Cuevas, muerto hacia 1874.

XX. Rabicano, potro mulato rabicano, por Halcón I Nº XIX y madre cuevana. De propiedad de don Miguel Cuevas. Se reprodujo en Doñihue. Rabicano es padre de Halcón II Nº 1192 del S.B. Ch.

Estirpe cuevana del Tordillo Trotador

XXI. El Tordillo Trotador, potro tordillo, legado por don Pedro de las Cuevas a don Rafael Martínez de Paine, en su testamento. En el cuadro de don Pedro de las Cuevas, probablemente viene montado en el Tordillo Trotador, su potro regalón.

XXII. El Ñato, potro negro, hijo del Tordillo Trotador Nº XXI que fue de propiedad, sucesivamente de don Rafael Martínez, don Luis Montes Santa María, don Raimundo Valdés Cuevas, don Leonidas Vial, don Isaías Vial, y don Rafael Ugarte, en cuyo poder murió.

XXIII. El Despaletado, potro mulato tapado por El Ñato Nº XXII y madre Cuevana de propiedad de don Pablo Rubio en Requínoa, muerto hacia 1891. La sangre del Tordillo Trotador entró al Registro con tres hijas de El Ñato y varias del Despaletado, pero la línea masculina está extinguida.

Familia Catemina.

XXIV. Catemino del Huique, potro colorado de Las Varillas de Catemu,  obsequiado por don Borja García Huidobro a don Federico Errázuriz Echaurren en 1888. Se reprodujo en la hacienda El Huique en Colchagua.

XXV. Tordillo Catemino, potro tordillo, último padrillo puro de los antiguos “tordillos de peca” de Catemu. Actuó en Santa Rosa de Catemu. La familia Catemina continúa en la línea masculina, sólo por Huaco Nº 1744 del S.B. Ch.

Familias de “El Principal”.

Rama cuevana de El Principal

XXX. Traidor I, potro mulato retinto, comprado por don Vicente García Huidobro a don Pedro de las Cuevas hacia 1860.

XXXI. Traidor II, potro alazán por Traidor I Nº XXX y principalina, de don Vicente García Huidobro.

XXXII. Azarcón, potro alazán por Traidor I Nº XXX y principalina Nacido en 1879, de don Vicente García Huidobro.

XXXIII. Acero, potro obscuro por Traidor I Nº XXX, nacido en 1882, de don Vicente García Huidobro.

XXXIV. Pensamiento, potro mulato, probablemente hijo de Traidor I Nº XXX Se reprodujo en El Principal y en Calivoro, Loncomilla. Acero es el padre de Disparate Nº 220, éste de Zángano Nº 215 y éste a su vez de Africano Nº 552.

Rama Catemina de El Principal

XXXV. Horchata, potro tordillo originario de Catemu, de la Antigua familia de los “tordillos de peca”, de don Vicente García Huidobro.

XXXVI. Plata, potro tordillo plateado por Horchata Nº XXXV. Actuó en El Principal y en Calivoro, Loncomilla.

XXXVII. Cuervo, potro negro de San José de Catemu, traído por don Vicente García Huidobro al Principal. De las familias de El Principal, solo se conserva descendencia masculina de Africano, hijo de Zángano y nieto de Disparate Nº 220 S.B. Ch.

Familias Cardonalinas.

XL. Mancha, potro tordillo nacido en 1865, probablemente de origen quilamutano, de don Ambrosio García Huidobro, padre de Tucapel Nº 137 de S.B. Ch. Actuó en El Cardonal.

XXL. Cacique, potro bayo por Tucapel Nº 137 del S.B. Ch. y Guacolda Nº 134 del S.B. Ch. de don Juan de la Cruz García Huidobro.

XLII. Crino, potro tordillo, por Tucapel Nº 137 del S.B. Ch. y Crina Nº 135 del S.B. Ch. de don Juan de la Cruz García Huidobro.

XLIII. Araucano, potro tordillo cuculí, por Lautaro Nº 133 del S.B. Ch. y madre de propiedad de don Alejandro García Huidobro, muerto hacia 1905. La descendencia de Mancha continuó con Golondrina (Contri) Nº 2684 del S.B. Ch. y algunos hijos de Crino.

Rama cardonalina de El Burro

XLV. Burro, potro de El Cardonal de don Alejandro García Huidobro. en el fundo La Victoria.

XLVI. Bayo Grande, potro bayo por Burro Nº XLV de propiedad de don Alejandro García Huidobro, padre de Guanaco Nº 238 del S.B.Ch.

XLVII. Petizo, potro tordillo por Guanaco Nº 238 del S.B. Ch. y yegua de El Cardonal, de propiedad de don Alejandro García Huidobro. Actuó en La Victoria y en Aculeo, donde murió en la primavera de 1912.

La descendencia de El Burro entró al Registro con alguna hijas de Bayo Grande y con Gacho y demás hijos de Petizo.

Otros padrillos Cardonalinos

XLIX. Floreta, potro obscuro por Bandurria, nacido antes de 1869, de don Ambrosio García Huidobro.

L. Gómez, potro cardonalino, nacido antes de 1869, de don Alejandro García Huidobro.

LI. Dije I, potro de propiedad de don Guillermo García Huidobro, probablemente originario de las antiguas crías de El Cardonal.

 LII. Paseante, potro bayo por Dije I Nº LI y Picaza, nacido en 1889 de don Guillermo García Huidobro.

Familia Guante

Guante I, potro bayo, nacido hacia 1867, originario de las crianzas de don Patricio Larrain Gandarillas. Fue propiedad de don Manuel María Figueroa, de don Ignacio Díaz de Valdés y de don Agustín Edwards Ross.

LVI. Guante II, potro bayo por Guante I Nº LV y Eulalia, yegua colorada de origen cuevano. Nacido hacia 1880, de don Miguel Campino. Se reprodujo en Paine.

LVII. Bucetano, potro mulato por Guante I Nº LV y República, yegua originaria de Quilamuta. Nacido hacia 1663, de los Señores Buceta Olivares.

LVIII. Noble, de la Hijuela Larga, potro colorado por Guante I Nº LV de propiedad de la señora Juana Ross de Edwards.

LIX. Tintero, potro negro por Guante I Nº LV, nacido en 1888, de propiedad de don Agustín Edwards Ross.

LX. Don Blas, por Guante I Nº LV La sangre de Guante, en la línea masculina, se conserva sólo  Cristal I, hijo de Guante II; pero hay otra línea derivada de Vicuña I, hija de Guante I, que ha tomado el nombre.

Familias de Aculeo.

LXII. Naranjo, potro bayo originario de Vichiculén, llegado a Aculeo hacia 1867, de propiedad de don José Letelier, padre de Codicia Nº 73 del S.B. Ch.

LXIII. Botín, potro mulato, probablemente hijo de El Naranjo, Actuó en Aculeo entre 1844 y 1897. De los hijos de Codicia se inscribieron, Bronce Nº 1; Magnolia Nº 46; Pluma Nº 78; Níspero Nº 99; Noble Nº 106; y Retoño Nº 155. En el registro figuran además, descendientes de un hijo, Nisperito y de un nieto, Triunfo, que no se inscribieron.

LXIV. Nisperito, ex-Tamal, potro bayo por Codicia Nº 73 del S.B. Ch. y aculeguana, que actuó en Aculeo con el nombre de Tamal hacia 1900 y en el criadero de don Vicente Velasco con el  nombre de Nisperito.
De los hijos de Nisperito se inscribieron; Tumbaga Nº 1082; Limachito Nº 1122; Arauco Nº 2569 y Gorgorito Nº 2570; y quedó sin inscribirse Botón, que tiene descendencia inscripta.

LXV. Botín I, potro negro por Nisperito Nº LXIV de propiedad de don Vicente Velasco.

LXVI. Triunfo, potro bayo león, por Magnolia Nº 46 del S.B.Ch.  Nacido en 1897, de propiedad don Guillermo Grez y de don José Tomas Cerda.

Rama Vichiculenina de El Níspero

LXVIII. Níspero I, potro bayo originario de Vichiculén, llevado a Aculeo por don José Letelier hacia 1867.

LXIX. Níspero II, potro bayo por Níspero Nº LXVIII. Actuó en Aculeo.

Rama Vichiculenina de El Cordero.

LXXL. Cordero I, potro bayo claro, originario de Vichiculén, llevado a Aculeo por don José Letelier, hacia 1867, padre de Cordero II Nº 81 del S.B. Ch.

LXXII. Pluma, potro bayo blanco, tuza negra por Cordero II Nº 81 del S.B.Ch. Actuó en Aculeo entre 1894 y 1897.

LXXIII. Aculeo, potro bayo por Cordero II Nº 81 del S.B.CH. de propiedad de los señores Aguirre Luco Hnos.

Otros padrillos de Aculeo.

LXXV. Painino, potro negro de la antigua familia cuevana de pelo obscuro traída a Paine por los señores Martínez. Actuó en Aculeo desde 1995 hasta 1892.

LXXVI. Diucón, potro tordillo criollo de Aculeo.

LXXVII, Sombra, potro tordillo obscuro, criollo de Aculeo que actuó en la hijuela El Vínculo, entre 1883 y 1891. Fue después propiedad de don José Tomas Cerda.

Padrillos aculeguanos reproducidos fuera de la hacienda.

LXXVIII. Jabón, potro tordillo canela, probablemente hijo de  Sombra, comprado por don Pablo Rubio en la hijuela El Vínculo. Se reprodujo en Requínoa y murió en 1908.

LXXIX. Bronce, de Huelquén, potro bayo original. Se reprodujo en los fundos de la señora Carmen Letelier  y en Huelquén.

LXXX. Bayo, potro bayo criollo de Aculeo que perteneció a los Señores Aguirre Luco Hnos.  Se reprodujo en Conchalí.

Familia Vichiculenina.

LXXXII. Bayo de Vichiculén, potro bayo, originario de Vichiculén, que actuó en El Huique, en Colchagua, de propiedad de don Joaquín Echenique.

LXXXIII. Mulato deVichiculén, mas conocido con el nombre de El Vichiculenino, potro mulato originario de Vichiculén, que Se reprodujo en El Huique y en criadero de don Luis Correa Valenzuela. Esta familia continúa en el registro con Guindo Nº 523; Secreto Nº 1336 y otros hijos del Mulato.

LXXXIV. Alazán, potro alazán por Guindo Nº 523 del S.B.Ch. que actuó en El Huique de don Francisco Echenique.

Familia Huicana.

LXXXVI. Huicano, potro originario de El Huique, de propiedad de don Francisco Echenique, del cual se inscribieron algunas hembras.
La familia Huicana muy numerosa en otra época, está extinguida en la línea masculina. Los últimos potros que han servido en El Huique, han sido quilamutanos, vichiculeninos, principalinos.

Familia Ovallina.

LXXXVIII. Sultán, potro negro, de propiedad de la señora Adelaida Correa de Ovalle. Se reprodujo en Los Torunos, Graneros.

LXXXIX. Trovador, potro mulato nacido en 1882, por Sultán y Fortuna de la señora Adelaida Correa de Ovalle.

XC. Maceo, potro obscuro por Sultán y Ovallina, de propiedad sucesiva de Los Torunos y de los señores Francisco de Borja y José Manuel Larrain. Murió en 1898.

XCI. Cubano, potro negro por Maceo Nº XC y Patas Tigres, ovallina, obsequiado por Los Torunos a don José Manuel Larraín y por él a don Jenaro Prieto. Se reprodujo en Rautén, Llay-Llay y Paine, donde murió en 1922.
Aparte de los hijos de Sultán y de Cubano que figuran como tales en el registro, se han inscripto hijos de estos reproductores.de Trovador, de Maceo y de Moro Nº 172 del S.B. Ch. con la denominación familiar de Ovallinos.

Familia Chiñiguana.

XCIV. El Chiñiguano, potro tordillo de la hacienda de Chiñigue, departamento de Melipilla, de propiedad de don Juan Agustín Alcalde.

XCV. Paño de Manos, potro negro, de propiedad de don Juan Ignacio Rozas.  La sangre del Chiñiguano entró al registro con sus hijos Salitre Nº 83, Desprecio Nº 95 y Veterano Nº 1670.

Foto Salitre

Familia de El Mulato Viejo de San Vicente.

XCVIII. Mulato Viejo, potro mulato de propiedad de don Martín San Juan.

XCIX. Raulino, potro negro de propiedad de don Absalón Robles.

C. Tagua I, potro obscuro de propiedad de don Nicomedes Gamboa, y padre de Tagua II Nº 619 del S.B.Ch.

Padrillos de antecedentes conocidos pero no
Clasificados en las familias anteriores.

CI. Babieca I, potro tordillo de propiedad de don Manuel Fernández  Cereceda.

CII. Babieca II, potro tordillo por Babieca I, muerto hacia 1897, de propiedad de don Juan N. Iñiguez.

CIII. Pipiolo, por Babieca CII y Muñeca, yegua del mayorazgo Prado.

CIV. Alazán Chico, potro alazán existente en Popeta en 1871, probablemente originario de las yeguadas de la misma hacienda.

CV. Michay, potro alazán, por Alazán Viejo Nº CIV, y alazana trotadora, descendiente de la raza de don Pedro N. Polloni, y de propiedad de don Juan N. Iñiguez.

CVI. Tordillo de Polulo, potro tordillo de las yeguadas de esta hacienda, de propiedad de don Benito Troncoso y de don Juan N. Iñiguez.

CVII. Porvenir, potro colorado originario de Tantehue, nacido en 1886  y muerto en 1922, de propiedad de don Juan N. Iñiguez.

CVIII. El Diuca, potro originario de Polpaico, de las antiguas yeguadas de esta hacienda, de propiedad de don José Luis Lecaros.

El Sello Racial del Caballo de Pura Raza Chilena

Por Arturo Montory

En la Revista de la Asociación de Criadores de Caballares del año 1964, el criador, jinete, jurado, estudioso del caballo chileno y de las tradiciones huasas Hernán Anguita Gajardo, publicó el legendario artículo «El Sello de nuestro caballo ‘acampao’ lo anticipó pincel de Velázquez». Estudio que fue la base del futuro premio Sello de Raza de su creación, que aún perdura y es un galardón muy apreciado.

En el recientemente (2021) aprobado «Reglamento Oficial sobre la Escuela Ecuestre Huasa», aparece este artículo mencionado dentro de la literatura sobre nuestro caballo y tradiciones. Reglamento que por sí solo tiene el valor de un auténtico documento eterno, que recoge 400 años de tradiciones.

En nuestro mundo de la Comisión de Patrimonio Cultural de la FDN, siempre nos estamos intercambiando información y esta vez Alberto Cardemil H. envió estas fotos de cuadros del pintor español Diego Velázquez llamados, «Cacería de jabalíes» escena de mediados del siglo XVII, con Felipe IV, como centro de acción.

El artículo antes mencionado está referido a estas mismas características de los caballares que allí aparecen y que paso a detallar.

El caballo del centro tiene el perfil «acarnerado». Esto es convexo, hocico fino, la nariz y su boca siguen la línea del perfil, carretillas fuertes, pero no tan destacadas, moño crespo que le llega a la mitad de su cara, orejas pequeñas y vivas, cuello fuerte y plano que nace de la base del pecho, recto en su parte inferior y algo curvo la línea superior, muy bien unido a la paleta en forma imperceptible, de gran centro, costilludo, abarrilado, grupa algo ciada y la cola insertada baja y muy crespa, sentado en las patas, levantado de manos con algo de cerneja en los nudos, cuartilla normal, no larga en exceso, cascos pequeños.

Deben haber sido caballos de alguna alzada, pero no se ven patudos por el gran desarrollo de su centro, armonía y proporción general.

Muy buena posición de la cabeza de los ejemplares y colocada arriba, igual a los demás del cuadro y todos «reunidos» y levantados de manos de forma natural, caballos altamente bien «arreglados» o adiestrados, lo que correspondía a las caballerizas del Rey.

Los jinetes muy bien sentados en la montura «a la jineta», siguiendo la línea vertical de hombro, cadera y talón, monta clásica; la rienda tomada con la mano izquierda y en la derecha la lanza. Las riendas tomadas bajas, cerca del jinete y con los codos pegados al cuerpo.

Esta usanza de la posición de las manos era la máxima elegancia para «correr en vacas» antiguamente, muy visible en jinetes como José Manuel Aguirre B., «Coteco», y Ricardo de la Fuente R., «Cacaro».

Arreglador y jinete Tomás «don Chuma» Celis en el Batro Nuevo, tiene los estribos hacia adelante porque en esa época al sacarse fotos los jinetes tomaban esa posición para mostrar mejor su caballo, era usual, pero su monta natural era la correcta, como la arriba mencionada.

Aquí el potro está detenido, en el cuadro están en acción.

Preciosa escena con muchos caballos en acción y todos con las mismas características raciales y posición.

El Caballo de Pura Raza Chilena

Santa Isabel Dulzura

Ofrecemos a Uds. el relato directo de grandes historiadores:

Escribe el Inca Garcilaso de la Vega en su obra cumbre Los Comentarios Reales de los Incas, publicado el 1609:
“Fueron los españoles los que trajeron la raza de caballos que se encuentran en todos los reinos y provincias de las indias, descubiertas por los españoles después de 1492, hasta el presente y son de la raza de yeguas y caballos españoles especialmente de Andalucía. Una de las regiones donde del Perú donde se propago más la crianza caballar, fue la del sur llamada Charcas, cuyo límite norte colindaba con el Cuzco y pasaba poco al sur del Titicaca, en Bolivia”.

El descubridor Diego de Almagro partiendo del Perú luego de una penosa travesía por la cordillera de Los Andes llega al valle de Copiapó el 21 de marzo de 1526.

Años después el conquistador Pedro de Valdivia y en un día 26 de octubre de 1540, toma posesión de Chile en Copiapó trayendo caballos de su Encomienda de Charcas.

El célebre historiador chileno Francisco Antonio Encina, sobre crianzas de caballos y vacas en Chile en la Colonia, dice “Al mismo tiempo de repartir las chacras, Valdivia concedió a los vecinos estancias para criar ganado. Los esfuerzos de Valdivia especialmente secundados por el capellán Rodrigo González de Marmolejo, se concentraron de preferencia en la multiplicación del caballo, por ser un factor capital de la conquista. En 1545 había logrado reunir 50 yeguas de cría en la dehesa de la ciudad. En 1549 se instituyo un “yegüerizo” del consejo encargado de propagar y cuidar las yeguas y sus crías y se acordó señalarle una dehesa “donde anden y las traigan”.

El que fuera después el primer Obispo de Santiago presbítero Rodrigo González Marmolejo llego a Chile con Pedro de Valdivia en 1540. Fue vecino encomendero de Santiago y se dedicó a la crianza de caballos en la Encomienda de Pico, zona de Melipilla y es considerado el “primer criador de caballos chilenos”.

Dicha crianza a través de los años fue base de criaderos de esa zona pionera donde los más afanados y con raíces actuales fueron los caballos “quilamutanos” nacidos en la hacienda Alhue.

Otro iniciador de la crianza fue Juan de Cuevas, español que entro a territorio chileno en abril de 1540, con Francisco de Villagra para unirse a la expedición de Valdivia con la que llegó al Valle del Mapocho el 13 de diciembre de 1540. Recibió Encomiendas de Santiago, Cuyo y el Maule.  Su hijo Luis heredó las encomiendas maulinas de Vichuquen, Lora y Mataquito, y añadió las de Loncomilla y Huenchumalli.

Peleco Noble

Fue criador de caballos en todas sus encomiendas, y lo siguieron en ello sus hijos y nietos, y es antepasado de Pedro de las Cuevas Guzmán, propietario del criadero el Parral de Doñihue, (hoy en zona de Coltauco) donde creo la famosísima casta de “caballos cuevanos”, de gran influencia actual.

Cuando Andrés Hurtado de Mendoza fue nombrado virrey del Perú, viajo de España y trajo a su hijo García para que este continuara su carrera militar y administrativa, y luego un 9 de enero de 1557, nombro a su hijo como Gobernador de Chile, el cual trajo consigo un gran sequito de jinetes y caballos seleccionados para su montura y práctica de Deportes Ecuestres de moda en Europa de esos años, y es considerado el creador de lo que sería con los siglos nuestra Escuela Ecuestre Huasa. Trajo de Europa la fiesta religiosa del Paseo del Estandarte del Apóstol Santiago que era motivo de especial preocupación de los habitantes de la capital de aquellos años los cuales se esmeraban por lucir sus mejores cabalgaduras, criadas y adiestradas para ello.

El padre Alonso de Ovalle nació en Santiago en 1601 y murió en Lima en 1651. Sacerdote Jesuita que escribió una obra cumbre, llamada “Histórica relación del Reyno de Chile” publicada en 1646.  Dice en un párrafo sobre criollos y criollas de Santiago: “Son notablemente inclinados a andar a caballo y he visto muchas veces, que para acallar un niño que apenas comienza a andar, lo suben sobre un caballo, y así salen famosos y muy diestros fuertes y sueltos en ambas sillas. (la de brida y la jineta).

Sobre Valentía de los Indios de Chile, dice sobre ello: “Son excelentes jinetes, son hombres de a caballo y con un mal fustecillo (silla de montar) y aun en pelo, van más seguros que otros en buenas sillas de encaje, arronjase corriendo por una cuchilla de cerro o por una ladera abajo, como gamos, con el cuerpo tan derecho y fijo sobre el caballo como si fueran clavados en el”.

El padre jesuita Miguel de Olivares, nacido en Chillan en 1713 y fallecido en Italia en Mardano en 1793, gran historiador y en su obra Agricultura en Chile publicada en 1760, dice: “Colocan esmero en la cría i educación de los caballos. Estos son admirables en la celeridad de la carrera, en el aguante al trabajo, en el brío de acometer los riesgos, en el garbo del movimiento, en la prontitud de coger i deponer el coraje, en la docilidad de la obediencia i la hermosura de la forma. Para la cría de estos eligen los dueños de las haciendas, las yeguas mejores, las de mayor corpulencia y talle y cruzan con un caballo de cualidades sobresalientes i experimentadas. Los potros que nacen se amansan a edad de tres años, y luego se acostumbran a los trabajos más duros de la hacienda”.      

Todo este conjunto de antecedentes históricos de crianza y calidad adquirida como caballo de montura, vaquero, movimiento a la rienda y trabajo campero, llevaron a que algunos visionarios criadores se preocuparan de su protección genética y su difusión hacia la posteridad, lo que lograron plenamente y así en el año 1889 nace la inquietud de abrir un registro especial para Reproductores de “Raza Chilena”, al interior de la Sociedad Nacional de Agricultura. Y el día 22 de diciembre de 1890, en una sesión memorable de la S.N.A. fue aprobada la proposición de crear un registro. El 20 de agosto de 1893 se publicó en el Diario Oficial de la S.N.A. el primer reglamento destinado a abrir los registros genealógicos y lo más importante, establecer el origen de los animales. lo que hizo una Comisión especial.

En las exposiciones de la Quinta Normal a fines del 1800, hay categorías de caballos de Pura Raza del país.
En 1937 de publica el primer Stud Book de la Raza Chilena.
Ya en el siglo XXI acontecen estos hitos importantes y trascendentes.

Peleco Caballero

DECLARA MONUMENTO NATURAL AL CABALLO DE PURA RAZA CHILENA.

Santiago, 29 de marzo de 2011.- Visto: el artículo Nº32, Nº6, de la Constitución Política de la República; el DFL Nº 294, de 1960, del Ministerio de Hacienda, orgánico del Ministerio de Agricultura; el decreto supremo Nº531, de 1967, del Ministerio de Relaciones Exteriores, que ordenó cumplir como ley de la República la Convención Internacional Sobre Protección de la Flora, la Fauna y las Bellezas Naturales de América, suscrita en la ciudad de Washington DC, de los Estados Unidos de América; el decreto supremo Nº93, de 1991, del Ministerio de Agricultura; y la resolución Nº 1.600 de 2008, de la Contraloría General de la República.

Considerando:
Que es deber constitucional del Estado tutelar la preservación de la naturaleza y, en forma especial, aquellas especies que son propias y características del medio natural chileno, como también aquellas cuyo desarrollo hacia su conformación morfológica y funcional son el resultado de una sostenida trayectoria de selección propia, por obra emprendida a través de generaciones de criadores nacionales, como es el caso de la especie Equus caballus, a través de la raza denominada “Caballo de Pura Raza Chilena”.